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Cultura presidencial

El sexenio pasado las bromas acerca de la escasa cultura del jefe de estado y parte de su equipo de trabajo fueron lugar común. No las voy a repetir aquí, porque las conocemos bien, pero si le voy a comentar que en Francia hay un escándalo muy parecido.

Sin generalizar en exceso, diremos que algo común a los franceses es enorgullecerse de su tradición y no ser tan ajenos a la cultura. Sus estadistas desde la Segunda Guerra Mundial han estado rodeados de intelectuales y producido magnos proyectos culturales, sea en forma de museos, salas de concierto o casas de ópera impresionantes.

De Gaulle gustaba de citar a Chautebriand y pedir consejo a Malraux, honraba a Valéry y a Mauriac; Georges Pompidou publicó una antología de poetas franceses y planifico el centro nacional para las artes que lleva su nombre; Mitterrand remodeló el Louvre, construyó la Ópera de la Bastilla y leía a Dostoievsky; Chirac inauguró el museo de las culturas no occidentales y dejó iniciada la Sala Filarmónica de París, ambas obras a cargo del recientemente laureado Jean Nouvel. Por otro lado, hasta el momento se sabe que a Sarkozy le gusta Lionel Ritchie y Celine Dion, y con el debido respeto que ambos nos merecen, son figuras pop bastante chafitas. Es decir, al menos hubiera mencionado a Depeche Mode o algo así, más interesante.

La mayor aportación en materia de cultura hasta el momento (además de haberse casado con la exmodelo y cantante Laura Bruni) ha sido sugerir a la UNESCO que la cocina francesa sea declarada patrimonio cultural de la humanidad.

Además se le ha criticado que su ministra de cultura, Christine Albanel, es bastante débil. El gusto de Sarkozy por aparecer con sus Ray-Ban de espejo y dar la vuelta en yates o jets de amigos potentados le ha merecido el mote de el «presidente bling-bling» (la expresión bling-bling refiere a esa costumbre poco sofisticada, muy común entre ciertos raperos, de mostrar excesivas joyas -oro, platino, diamantes- para demostrar su fortuna). Otro insulto común en la prensa satírica, y ese si bastante feo, se puede traducir como «Sarkozy el norteamericano».

Muchos se sienten indignados, los temas urgentes quedan relegados por la boda de su presidente, sus constantes viajecitos, que si su mujer aparece vestida así, asado o para nada. La cantidad de caricaturas y material satírico sobre la pareja presidencial es apabullante. La queja recurrente se puede resumir más o menos así: Sarkozy no entiende que la promoción de las artes es un deber nacional y no un lujo. Si agregamos que su desempeño en materias económicas ha sido desastroso…

En fin, esperemos que las salas de concierto y casas de ópera no empiecen a resentir pronto la indiferencia de el presidente francés. Miren que a mexicanos como Rolando Villazón y Ramón Vargas suele irles muy bien por allá.

Aquí una divertídisima entrevista con Villazón en la TV francesa, con una selección de su disco de zarzuela Gitano.

Categorías: Después de la Música
  1. May 11, 2008 a las 12:22 pm

    Me gusto el articulo.
    Lo unico que no es que digas que Celine Dion es una estrella pop, y mas que es chafita. Ni es pop ni mucho menos chafa. No se si sepas de su carrera, si no es mejor que te pongas a investigar.
    SALUDOS

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